Para llevar a cabo La vida entre dos noches he contado con algunos de mis colaboradores habituales y también con nuevos nombres que se han sumado a mi familia cinematográfica. Todos han sacado adelante esta historia con su talento y su esfuerzo.
Siento que dos nombres concretos han sido esenciales para alcanzar la autenticidad que yo buscaba: José Manuel Poga, uno de mis actores españoles favoritos, ejemplo de profesionalidad delante y detrás de la cámara, y mi primo Javier Delgado Pérez, que realiza su primer papel. Ellos son el alma de este corto. Si festivales y espectadores nos están queriendo tanto, en gran parte es gracias a ellos.
Hará unos tres años nació la idea de este proyecto mientras observaba a muchas personas volver a casa. Sus acciones cotidianas me resultaban enigmáticas… ¿Cómo resisten las adversidades de la vida? ¿Cómo se protegen y protegen a los suyos? ¿Cómo logran llegar al hogar cada noche?
Decidí contar la historia de un padre y un hijo en un único día que, a su vez, representase otros muchos días de sus vidas. Un corto sobre el cuidado y la dependencia. Quise desde el principio que hubiera mucha verdad. Sin embargo, sentía que la historia carecía de un elemento especial.
Pasaron meses hasta que un día mi primo Javier me manifestó su deseo de actuar en cine, pidiéndome consejos y ayuda. Y entonces lo vi claro: El personaje de Jesús, al igual que él, tendría parálisis cerebral. Todo encajaba en el puzle, en la historia que yo quería construir.
Y surgieron las preguntas. Algunas me sonaban más y otras menos. ¿Cómo es un día en la vida de una persona con parálisis cerebral? ¿Cómo viven a diario las personas que cuidan de ellos? ¿Qué ocurre si pierden las fuerzas? ¿Están condenadas a deteriorarse? ¿Qué papel tiene al respecto la sociedad? ¿Por qué están tan poco representadas las personas con parálisis cerebral en el cine?
No sé si La vida entre dos noches debe responder a esas preguntas pero, al menos, las plantea. Vivir es tensión y ahí radica la fuerza de esta historia, en soportar esa tensión. Pienso en Pepe, el protagonista, no como un súper padre por cualidades divinas o físicas sino por necesidad pura. En esa gestión de la falta, con un hijo que depende plenamente de él, había algo puro y cinematográfico que debía ser filmado y compartido.